Retornando a la década de los años 80

El sabor clásico de los 8 bits

Una tendencia habitual en las consolas de nueva generación es la de modernizar, ya sea mediante compilación o remakes, los juegos clásicos que vieron la luz en pasadas generaciones. Un ejemplo claro lo encontramos en Sega Mega Drive Ultimate Collection, cuya mayor baza es revivir aquellas pequeñas joyas que se lanzaron en su día en consolas de sobremesa. Esta premisa también se extiende a los servicios de descarga de las nuevas máquinas, donde podemos adquirir juegos si pagamos por ello. Asimismo, también se crean desde cero en algunos casos, y este Bit. Trip Beat que nos ocupa deja pruebas fehacientes de lo que acabamos de comentar.

Salió el 1 de mayo del presente año, y desde entonces ha cosechado grandes críticas en medios estadounidenses. Básicamente, se trata de un juego de habilidad donde nuestros reflejos juegan un papel importante a la hora de frenar decenas de píxeles o bolas de energía que se avecinan al lado izquierdo de la pantalla. Nosotros controlamos una especie de barra que debe rechazar dichas bolas para ganar puntos y no perder así salud. Las fases se dividen en segmentos, y en cada uno debemos terminar con innumerables masas de bolas distintivas en tamaño y efecto. Algunas, por ejemplo, vienen en cadena; otras, al tocarlas, nos dejan inmovilizados durante unos segundos, complicando nuestra labor para parar el resto. Contamos con una barra de vida, y si la perdemos nos trasladaremos a una especie de mundo alternativo (en blanco) donde se nos brindará una oportunidad para poder continuar la partida. Además, en determinas zonas del nivel, se nos otorgan bonus que tienen varios efectos sobre nosotros. Así, algunos menguarán el tamaño de nuestra barra, complicando en gran medida nuestra misión. Sin embargo, en alguna ocasión nos duplicaremos, siendo así más fácil parar a la oleada de enemigos que se nos vienen encima.

La mecánica es bastante simple, por lo que el resultado es un adictivo arcade que podemos disfrutar en compañía de otros tres jugadores, aunque bastante difícil de dominar debido a la ajustada y equilibrada dificultad del juego. Como peculiaridad, una de las fortalezas del juego es la de mantener y crear secuencias de ritmos musicales, las cuales iremos configurando y ampliando a medida que consigamos devolver las bolas. Lo reprochable, sin duda alguna, es su corta duración al ofrecer únicamente tres fases distintas (de unos 10 minutos cada una) que concluyen con un jefe final, alguno bastante similar a los puzzles de la saga Arkanoid. Una buena idea habría sido separar los fragmentos de algún nivel (para pasar al siguiente, debemos entrar en las tablas de las puntuaciones) para crear otro nuevo, puesto que podemos acabar fatigados mentalmente debido a la velocidad a la que transcurren algunos momentos.

Jugabilidad

Para jugar ponemos el Wiimote de lado, de manera que lo inclinaremos hacia delante para subir arriba, y viceversa para bajar. No se necesita ningún solo botón, de modo que acostumbrarse será sencillo al seguir el mismo patrón. En el juego, como hemos comentado anteriormente, tomamos el mando de una pala o barra que debe bloquear o evitar pasar a los adversarios que van llegando con vertiginosos movimientos (algunos necesitarán varios golpes). Queremos comentar que al activar el modo cooperativo las palas de cada jugador disminuyen de tamaño para adaptarse a la dificultad del juego, algo elevada según vamos superando las fases.